jueves, diciembre 28, 2006

un hombre al rescate del quipu

Tras el secreto de los quipus (EL COMERCIO 28 de diciembre del 2006)


RESCATES. El arqueólogo Alejo Rojas lleva varios años estudiando el quipu, ese sistema de cuerdas mnemotécnicas que podría ser considerado una calculadora precolombina. Su próxima tesis tiene ideas audaces, que está dispuesto a mostrar a quien quiera aprender

Por David Hidalgo Vega

Si Alejo Rojas llevara a la práctica la destreza adquirida con cuerdas y nudos, tendría que empezar su historia con una referencia a Leymebamba. En ese lugar, un mausoleo natural al borde de la Laguna de los Cóndores, tuvo el encuentro decisivo con esos artefactos, como parte del equipo que investigaba los hallazgos: "Al parecer eran los nichos de una élite inca. Algunas tumbas guardaban más de veinte quipus", recuerda el arqueólogo. A él le tocó analizarlos, nudo por nudo, mientras él mismo quedaba atado a su misterio. El ímpetu no se relajó en los años siguientes. "He revisado tantos, que sé cómo hacer uno, conozco la secuencia", dice sin evasivas. Para vueltas, bastan las de las cuerdas.

Rojas es un tipo detallista hasta la obsesión. Uno de sus últimos trabajos fue la medición y análisis de veinticinco ejemplares para el libro "Descripción de los quipus del museo de sitio de Pachacámac", a cargo de Hugo Pereyra --matemático e investigador de estos instrumentos--, otro apasionado de la tecnología precolombina. El trabajo detalla las características de cada pieza: desde el tamaño de los nudos, el tipo de amarre, el tamaño y forma de las cuerdas principales y secundarias, su color, el punto en que se rompen algunas, la separación entre nudos y la de estos respecto de la cuerda principal, al milímetro. "Con esto, si por desgracia el quipu llegara a perderse, ya tenemos un registro de cómo era exactamente". De hecho, Rojas se precia de haber perfeccionado el sistema de registro previo establecido por Marcia y Peter Asher, autores de una de las dos únicas bases de datos sobre quipus en el mundo.

VERSIÓN ORAL
Otro de sus orgullos es haber reconstruido un quipu del que solo tenía la referencia escrita. La sacó de un documento colonial: el que detalla la visita de 1549 de los cronistas Juan de Mori y Alonso Malpartida al valle de Huánuco, para establecer los tributos de los caciques chupaychos. El documento señala la versión de un quipucamayoc sobre el tributo que entregaban en tiempo del inca. En el relato, entre otras referencias, el funcionario describe la asignación de 200 yanaconas para Túpac Yupanqui y 200 más para Huayna Cápac, el tránsito entre el rey muerto y el nuevo monarca. "En algunos casos, el quipu también permite una lectura de hechos históricos trascendentales", comenta Rojas.

Con esa información, el arqueólogo fue reconstruyendo el quipu que debió ser leído por el especialista andino ante los cronistas. Quitó algunas cuerdas, para consignar los datos más relevantes, y se quedó con una pieza de 23 extensiones que "hacen referencia a cuatro mil personas", explica. Rojas presentó ese trabajo en un congreso de etnohistoriadores en Buenos Aires, en el 2005. Una felicitación de Marti Pärsinnen, el famoso estudioso nórdico del mundo andino, le indicó que estaba haciendo las cosas bien.

Otros documentos le han servido para su estudio de los quipus, como la crónica de Murúa. La novedad no está en los textos --que en realidad ya fueron publicados por otros investigadores--, sino en los detalles que él ha detectado en sus relecturas minuciosas. "He podido establecer el protocolo para la elaboración de un quipu, es decir, el procedimiento para la distribución de la información". El proceso, explica, empezaba en la selección de las materias primas, el hilado, teñido, torcido, la construcción del anclaje (atado), el ordenamiento de las cuerdas en el cordón principal, los nudos y las marcas principales. Una gramática del tejido que le agrada desentrañar.

ORGULLO ANDINO
Rojas se ha convertido en un promotor del conocimiento ancestral. En el 2003 presentó una ponencia titulada "Perú, 2.000 años de tecnología informática", que fue bien acogida entre los científicos peruanos que llegaron a Lima desde sus sedes en otros países. Allí planteaba la evolución de la tecnología del quipu basada en tres tradiciones: Cutusuma (prewari), Pampa Blanca (wari) y Huando (inca). "Traté de demostrar la evolución de la manufactura. Por ejemplo, en la tradición Cutusuma no se usa el cordón principal y los nudos varían de tamaño; en la tradición wari predomina el entorchado, un hilo que envuelve las cuerdas; y en la tradición inca se usa tres tipos de nudo: simple, largo y el ocho", señala el investigador.

El entrenamiento ocular, fruto de largas sesiones de análisis, lo ha puesto en circunstancias menos amables. Por ejemplo, la ocasión de detectar quipus falsos. "Algunos artesanos o falsificadores a secas incluso utilizan material arqueológico (tejidos hallados en las huacas) para fabricar sus quipus, pero no saben el protocolo y cometen errores. Uno que tiene la vista entrenada y conoce del tema lo detecta fácilmente". Ahora que planea dar un taller sobre quipus, abierto al público, no se preocupa de tener algún infiltrado. "La verdad es que un experto siempre termina por reconocer una pieza verdadera de una falsa. Por algo pasamos tanto tiempo estudiando los quipus", aclara.

Está claro que esta herramienta de hilos amarrados sostuvo un imperio. Su uso tributario, censal, de registro de servicios laborales o de productos, siempre de manera sintética y eficaz, lo demuestra. "Sabemos lo que significaba, su lógica para ordenar la información. Lo que nos falta es conocer los contextos específicos que regían las decisiones del Estado. Podemos reconstruir la manera en que fueron elaborados, pero no el contexto en que fueron usados. Esa, asegura, es su obsesión a futuro.

LECCIONES DE HISTORIA
En una mesa del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, Alejo Rojas observa un quipu de origen desconocido, como muchos de los que están bajo custodia. Es un ejemplar de algodón, de cálidos colores tierra. "En el museo existen unos cien, pero hay muchos en el extranjero", comenta con cierto aire lánguido de tesoro perdido. La realidad lo justifica: hasta donde tiene noticia, en los museos de Alemania existen cuatrocientos quipus. Se calcula que en total existen unos setecientos.

La idea del taller es motivar al conocimiento de esta herramienta, que aún es usada en ciertas, aunque pocas, comunidades. "La idea es difundir la tecnología tradicional, identificar sus características y encontrar sus aplicaciones prácticas", dice el investigador. También explicará la presencia de elementos como la yupana y el tocapu, importantes en el contexto andino. La yupana era un intrumento de cálculo con veinte casilleros en los que se colocaba semillas de maíz, según las operaciones realizadas; el tocapu era un sistema de símbolos geométricos que podían representar ideas o conceptos de poder, prestigio, procedencia.

"Los símbolos identificaban la presencia o posición respecto del Estado inca: una banda con cuadrados como de ajedrez era un reconocimiento por acción militar, por ejemplo", indica Rojas. Una banda con cuatro zonas relacionadas representaba los cuatro suyos del imperio y, por tanto, la presencia del Estado inca en la zona. La discusión de si representaban o no una escritura ha quedado atrás. "Lo que el imperio necesitaba no eran adjetivos, sino números y categorías".

Algunas de estas referencias forman parte de la tesis con que Rojas culminará su maestría en etnohistoria. Algo de circular hay en su experiencia: su padre nació en un pueblo llamado Ahuac, que en quechua significa 'tejedor'. "Pero tejedor burdo, tosco, al contrario de cumbi, que era tejedor fino", refiere con ironía. El destino del arqueólogo parece un guiño de la casualidad, porque ahora él debe tejer finos conceptos para interpretar estos hilos antiguos. Hay quipus infalibles en la vida, cabría decir.

EL DATO
Taller de quipus
El curso-taller se realizará en el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia de Pueblo Libre (plaza Bolívar). La matrícula cuesta 75 soles y es hasta el 10 de enero. Las clases van del 15 al 31 de enero, tres veces por semana.

SEPA MÁS
Quiputeca propia
En el mundo existen solamente dos de estas bases de datos: a) Code of the Quipu Databook, de Asher y Asher y b) The Quipu Database, de la Universidad de Harvard, organizada por Gary Urton y administrada por él y Carrie Brezine (una matemática con experiencia en textilería andina). El presente trabajo constituye la primera etapa del proyecto Quipu (...) cuyo objetivo es construir nuestra propia base de datos".
Del libro "Descripción de los quipus del museo de sitio de Pachacámac".